
Santa Monica y Venice Beach son perfectos para adentrarte en el auténtico espíritu americano. Madrugamos para llegar al muelle de Santa Mónica a primera hora y dar por finalizado el viaje en el cartel de fin de la Ruta. Las emociones en ese momento se intensifican. Habíamos intentado retrasar este momento lo máximo posible. Pero ahí estábamos frente a ese cartel que tanto significaba, atrás quedaban días felices, nuestro viaje soñado que llegaba a su fín.
En el muelle se encuentra el restaurante Bubba Gump inspirado en la película Forrest Gump. En la fachada del restaurante hay un banco con sus zapatillas, la maleta y la caja de bombones. Recordamos su famosa frase y es que la vida es como una caja de bombones, nunca sabes lo que te va a tocar. Pero en este caso si sabíamos lo que nos iba a tocar, nos tocaba despedirnos de este viaje, de momento tenemos que seguir trabajando para seguir viajando y todo viaje que empieza también acaba.
Es temprano y en el muelle no hay turistas, todavía está oscuro, nos cruzamos con alguna persona haciendo deporte, queremos disfrutar del momento y del cartel para nosotros solos.
Cogimos el coche y fuimos a nuestra primera parada del día, dirección a Rancho Palos Verdes, situado a una hora aproximadamente de Santa Mónica.
En el vimos la preciosa capilla Wayfarers. Esta pequeña capilla de cristal y madera sobre un acantilado con vistas al océano pacífico, con unos jardines cuidados nos pareció la capilla más bonita que nunca habíamos visto. Pasamos un rato haciendo fotos y disfrutando del entorno.
Fue construida en el año 1951 para que los caminantes pudieran parar a meditar.
También se organizan bodas, ¡qué bonito debe ser casarse en un sitio tan maravilloso! En los jardines las losas recuerdan los nombres de los enamorados que se han dado el si quiero en este lugar.
Volvemos a subirnos al coche y nos vamos dirección a Venice Beach, uno de los lugares más famosos de Los Ángeles.
Hay muchísimo ambiente, en el paseo hay cientos de tiendas de souvenirs, artistas callejeros, heladerías, gente practicando skate, jugando a basket o entrenando en el gimnasio al aire libre. Auténtico espíritu americano.
En un momento del paseo la multitud hace un corrillo y la fiesta se anima con bailes y piruetas de gente local. Todo un espectáculo, sin duda, aquí se vive de otra manera.
Y después de más de 6000 kilómetros finalizamos en Santa Mónica y Venice beach, uno de los mejores viajes de nuestra vida.
Aquí te dejamos nuestro viaje al completo.